Estudios recientes revelan cómo sustancias como la psilocibina, la MDMA o el LSD podrían mejorar la vida sexual, el vínculo emocional y la comunicación en pareja
Durante años, los psicodélicos han sido vistos con recelo, reducidos al estereotipo del “viaje” caótico, el descontrol y la evasión. Pero hoy, la ciencia empieza a mirar más allá del estigma y a descubrir el verdadero alcance de estas sustancias: no solo podrían tener aplicaciones terapéuticas en salud mental, sino también transformar profundamente la forma en que nos relacionamos con nuestro cuerpo, con nuestra sexualidad y con nuestras parejas.
Un estudio reciente de la Universidad de Buffalo, publicado en la prestigiosa Journal ofSex Research, analizó los testimonios de casi 600 personas con experiencia en el uso de psicodélicos como los hongos alucinógenos (psilocibina), el LSD, el MDMA o la ketamina. El objetivo era ambicioso: explorar cómo estos compuestos habían influido en su vida íntima, su atracción hacia los demás, su percepción del deseo y, en algunos casos, su identidad de género.
Los resultados fueron tan sorprendentes como reveladores. El 70% de los encuestados afirmó que sus experiencias psicodélicas habían influido en su sexualidad. Un 65% reportó efectos a corto plazo, y un 53% notó cambios a largo plazo. Incluso un 10% reconoció que su experiencia con estas sustancias había impactado su identidad de género o su expresión de género. Para muchos, se trató de una vivencia de “fluidez”, oscilando entre energías masculinas y femeninas de forma más libre y consciente.
Lo más llamativo: una de cada cuatro mujeres afirmó haber sentido una mayor atracción por personas de su mismo sexo tras el uso de psicodélicos, así como uno de cada ocho hombres.
Para el doctor Daniel Kruger, autor principal del estudio, la clave está en la apertura emocional y la introspección que permiten estas sustancias: «Muchos participantes informaron sentirse más conectados con sus parejas, más abiertos emocionalmente, y con una visión más positiva de su sexualidad».
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ToggleEl sexo como vía de sanación emocional
Para comprender mejor esta conexión entre sustancias psicoactivas y vínculos afectivos, hablamos con Raúl del Pino, autor del libro «MDMA, sexo y Tantra«, quien ha estudiado durante años la dimensión relacional de los psicodélicos. Su visión es clara:
«La MDMA no es simplemente una droga recreativa. En contextos terapéuticos, actúa como un verdadero catalizador emocional. Tiene la capacidad de abrir canales de comunicación que muchas veces estaban bloqueados por el miedo, la vergüenza o el resentimiento. Por eso la llamamos el pegamento de las parejas: no porque lo solucione todo mágicamente, sino porque permite mirar al otro con compasión y decir lo que nunca nos atrevimos».
Del Pino sostiene que, en una época de relaciones cada vez más frágiles y desconectadas, estos espacios de expansión emocional pueden marcar una diferencia sustancial:
“En un mundo donde muchas relaciones se erosionan por falta de escucha y de contacto profundo, la MDMA puede ser una llave para reabrir la intimidad. No se trata solo de sexo más placentero, sino de un sexo más consciente, más sincero, más conectado”.
Y la evidencia empieza a respaldar esa intuición clínica. Otro estudio, realizado por el Centre for Psychedelic Research del Imperial College de Londres, examinó el impacto directo de los psicodélicos en la función sexual de casi 300 personas. Algunas participaban en ensayos clínicos con psilocibina para tratar la depresión; otras, en contextos recreativos o de bienestar.
Los resultados mostraron mejoras significativas en aspectos como el disfrute sexual, el deseo, la autoestima corporal, la atracción hacia la pareja y la comunicación íntima. Lo más relevante: muchos de esos efectos se mantenían incluso seis meses después del consumo. De forma destacada, casi la mitad de quienes usaron psilocibina en contextos terapéuticos también reportaron una recuperación del deseo sexual, frente al grupo tratado con antidepresivos tradicionales, que en su mayoría experimentó una disminución.
El autor principal del estudio, Tommaso Barba, lo resume así:
«A menudo subestimamos el componente psicológico del deseo sexual. Pero aspectos como la autoimagen, la conexión emocional o la seguridad con la pareja son fundamentales. Y los psicodélicos, al parecer, pueden reforzarlos».
Las implicaciones de estos hallazgos no se limitan al ámbito del placer físico. Psicólogos, terapeutas y sexólogos comienzan a plantear una pregunta clave: ¿pueden los psicodélicos convertirse en una herramienta para sanar vínculos deteriorados?
Del Pino responde con claridad:
«No hay nada más terapéutico que sentirse escuchado sin juicio y poder mirar al otro sin las defensas levantadas. Y eso es exactamente lo que facilita la MDMA en entornos seguros y guiados».
Para este autor, la clave está en crear contextos de confianza donde las emociones puedan emerger sin miedo, y donde la pareja se encuentre desde la vulnerabilidad, no desde la confrontación.
“El verdadero viaje no es hacia fuera, sino hacia dentro. Y si aprendemos a compartir ese viaje en pareja, entonces el amor puede dejar de ser rutina… para volver a ser descubrimiento”.
¿Un futuro en la terapia de pareja?
Aunque la investigación está en sus primeras etapas, las implicaciones son profundas. Si estas sustancias pueden fomentar una mayor conexión, mejorar la comunicación íntima y restaurar la atracción en relaciones deterioradas, su papel en la terapia de pareja podría ser revolucionario. No se trataría de una “pastilla mágica”, sino de una herramienta de trabajo emocional profundo, guiada por profesionales y en entornos controlados.
Hay que recordar que los psicodélicos no están exentos de riesgos y no son recomendables para todo el mundo. Es necesario un enfoque clínico riguroso, evaluaciones previas y acompañamiento terapéutico. Pero lo que antes parecía impensable, ahora es objeto de estudio serio y prometedor.
En una sociedad donde las relaciones humanas se ven afectadas por el estrés, la desconexión emocional o la pérdida del deseo, abrir nuevas vías de exploración —más allá de lo farmacológico convencional— puede ser no solo legítimo, sino necesario.
¿La próxima revolución?
Los psicodélicos no son una moda ni un juego. Son herramientas poderosas que, bien utilizadas, pueden ayudarnos a comprendernos mejor, a sanar heridas emocionales y, tal vez, a reconectar con nuestras parejas de forma más profunda, sincera y duradera.
La sexualidad no es solo un acto físico. Es también una experiencia emocional, sensorial y espiritual. Y todo lo que nos ayude a vivirla con más conciencia, respeto y conexión merece ser escuchado, investigado y, quizás, también celebrado.
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