«Los hongos alucinógenos me salvaron la vida. Ahora lucho por su legalización»

La terapia asistida con psicodélicos (TAP) se ha mostrado eficaz para diversas patologías mentales, pero sigue practicándose en la clandestinidad. La iniciativa europea PsychedeliCare busca normalizar esta práctica.

La siguiente historia contiene dos sustancias embriagantes. La primera es el alcohol, un elemento socialmente aceptado, de fácil acceso, precio asequible y con una milenaria historia de uso en el continente europeo. La segunda son los hongos psilocibios, una «droga» psicoactiva traída de México hace apenas medio siglo, bastante desconocida en el ámbito social, y cuyo principio activo se encuentra prohibido en España y en la mayor parte del continente por sus efectos alucinógenos.

Joaquín (nombre figurado), de 42 años, ingeniero industrial, tiene una prolongada relación de abuso con el alcohol: «Empecé como la mayoría de la gente, con borracheras adolescentes, saliendo con los amigos de fiesta. Hasta los 26 o 27 no me di cuenta de que tenía un problema con la bebida».

Esa conciencia le llevó a buscar ayuda profesional, primero con Alcohólicos Anónimos, más adelante con varios psicoterapeutas e incluso con un Centro de Atención a las Adicciones (CAD) de su ciudad. Estas intervenciones ayudaron puntualmente, pero nunca llegaron a resolver el problema de raíz, de modo que los períodos de sobriedad iban alternándose con constantes recaídas. «Así estuve más de diez años, con un matrimonio y dos hijos de por medio».

Terapia con psicodélicos

Aquí es donde entra la segunda de las sustancias que coprotagonizan esta historia: los hongos ricos en psilocibina, utilizados ancestralmente en ritos de sanación por los pueblos originarios de Oaxaca, al suroeste de México, y como herramienta en la llamada terapia asistida con psicodélicos (TAP), cada vez más popular, si bien aún se sigue practicando en la clandestinidad.

«Sucedió en el verano de 2023», recuerda Joaquín. «Conocí a una psicóloga que me habló de la terapia con psicodélicos y le dije: “cuéntamelo todo”. Unos meses después, estaba bajo los efectos de los hongos Psilocybe, en un viaje de introspección que me llevó desde el vientre de mi madre hasta el vórtice de una tormenta de viento y nieve».

Aquel viaje «consiguió que conectara con mi trauma: la falta de amor que sentí en mi infancia y que me llevaba a evadirme con grandes borracheras», explica Joaquín, «una sensación con la que no fui capaz de conectar hasta entonces». Desde entonces, nuestro protagonista no ha vuelto a probar una gota de alcohol, y lo más importante, «ya no siento envidia cuando veo a otros disfrutando de una cerveza. He integrado que esa misma cerveza me llevaría de nuevo al abismo».

Un viaje no del todo legal

Las sucesivas sesiones con hongos psicoactivos que llevó a cabo Joaquín tuvieron lugar en un entorno controlado —la consulta de la psicóloga—, pero lejos del radar del Colegio Oficial de Psicólogos, pues posiblemente habría supuesto la expulsión de la terapeuta y, quién sabe, quizás también un problema legal. 

La terapia con psicodélicos no está regulada en España y la mayoría de las sustancias utilizadas en ella —psilocibina, LSD o MDMA— están prohibidas, salvo en muy puntuales ensayos clínicos, de modo que las personas que practican esta modalidad de psicoterapia tienen que conseguirlas en el mercado negro, o bien, como en el caso de los hongos, cultivarlos ellas mismas. 

«Soy psicóloga y llevo cultivando mis propios honguitos desde hace más de diez años. Sé que muchos pacientes que vienen buscando terapia convencional acelerarían enormemente su proceso si el tratamiento se hiciera bajo los efectos de la psilocibina, pero sólo lo hago con quienes vienen buscando ex profeso esta modalidad», me explica una psicóloga con más de veinte años de experiencia en terapia psicodélica underground. «No es sólo la experiencia psicodélica, sino cómo llegas a ella, cómo te preparas y, sobre todo, qué haces después con ella, cómo la traduces. El compromiso contigo mismo es esencial», añade.

En efecto, un aspecto clave en el tratamiento con psicodélicos es el énfasis en la psicoterapia e integración posteriores a la experiencia. Durante el estado ampliado de la consciencia inducido por los hongos, el cerebro entra en un período de mayor plasticidad neuronal, lo que facilita la reconfiguración de patrones de pensamiento y comportamiento profundamente arraigados. Este estado representa una oportunidad única para crear «nuevos surcos» en la psique, es decir, caminos novedosos que favorezcan hábitos y perspectivas más saludables. Sin embargo, para que estos cambios se afiancen y perduren, resulta fundamental un proceso de integración psicoterapéutica. En las semanas posteriores a la experiencia, un acompañamiento estructurado puede ayudar a consolidar estas nuevas conexiones, fomentando así un cambio profundo y sostenido en la relación del individuo con su adicción y con su propia narrativa personal.

Un millón de firmas en Bruselas

Regular la terapia con psicodélicos, recuperar el camino de investigación que se cortó abruptamente en los años setenta del siglo pasado y romper el estigma social de los psicodélicos son algunos de los objetivos que busca PsychedeliCare, una iniciativa ciudadana europea que arrancó el pasado 14 de enero y que tiene como objetivo reunir un millón de firmas para llevar el debate sobre estas medicinas a la Comisión Europea.

PsychedeliCare se ha propagado en el último mes como un micelio por los 27 países de la Unión Europea, con equipos locales que van difundiendo la campaña para lograr su «cuota» de firmas. En España, la coordinadora de la iniciativa es la psicóloga e investigadora Elisabet Domínguez Clavé, del Hospital Sant Pau de Barcelona.

Respeto a los saberes tradicionales

Entre las organizaciones que apoyan la campaña en España están la Sociedad Española de Medicina Psicodélica (SEMPSI), INAWE o ICEERS. El director científico de ICEERS, José Carlos Bouso, defiende así el apoyo de la fundación a la campaña paneuropea: 

«Nos encontramos en un momento decisivo. Las terapias psicodélicas no sólo ofrecen una alternativa para tratar trastornos complejos, sino que también plantean la posibilidad de redefinir la relación entre la medicina occidental y los saberes tradicionales. Europa tiene la oportunidad de liderar este cambio, siempre desde el respeto hacia las comunidades originarias y la protección de sus derechos».

De lograrse el millón de firmas el 14 de enero de 2026, la Comisión Europea tendrá tres meses de plazo para tomar cartas en el asunto y crear el marco regulatorio apropiado para instaurar la terapia psicodélica en Europa, un movimiento que ya han puesto en marcha países como Australia, Canadá, Suiza y algunos estados de EE UU.

La regulación de la TAP permitirá el acceso a esta innovadora modalidad terapéutica a los millones de ciudadanos europeos que sufren algún problema de salud mental, desde la depresión hasta la ansiedad, pasando por el estrés postraumático o el trastorno por uso de sustancias, como era el caso de Joaquín.

«Me encantaría que esta iniciativa saliera adelante», nos cuenta por teléfono el aludido. «Yo he tenido la suerte de toparme con la persona adecuada, pero la mayoría de la gente jamás ha oído hablar de los psicodélicos. Por si fuera poco, quienes sí han oído hablar suelen tener prejuicios: hay amigos que me dicen: “tú lo que quieres es seguir drogándote pero con receta médica”. Este estigma tiene que acabar».

Para más información, visita PsychedeliCare.

Firma la iniciativa en el siguiente enlace:

https://eci.ec.europa.eu/050/public